Infraestructura cotizada e inflación

5 min de lectura 4 oct. 22

Consulte el glosario para obtener una explicación de los términos utilizados en este artículo.

¿Qué es la infraestructura?

En general, la infraestructura engloba a los activos asociados con el suministro de servicios esenciales para el funcionamiento seguro y próspero de la sociedad global. Se trata de activos físicos en los que confiamos cada día, desde las instalaciones que nos proporcionan electricidad y agua, hasta las carreteras y los ferrocarriles en los que viajamos. La infraestructura también puede ser de naturaleza social (relacionada con la sanidad, la educación o la seguridad) o tecnológica (comunicaciones o transacciones).

Este tipo de negocios suelen presentar las siguientes características:

  • Son activos de larga duración gobernados por contratos a largo plazo.
  • Sus ingresos están ligados a la inflación.
  • Reciben flujos de caja estables y crecientes.

La naturaleza relativamente predecible de estos flujos de caja nos parece adecuada para inversores con horizontes a largo plazo que buscan una fuente potencial de renta fiable y creciente, unida a activos físicos capaces de apuntalar el valor de su capital.

¿Por qué infraestructura?

La infraestructura juega un papel crucial en la sociedad moderna y constituye la base de la economía global. Ofrece exposición a tendencias de crecimiento estructural a largo plazo, como energías renovables, transporte limpio y conectividad digital. Por este motivo, creemos que los flujos de caja estables y crecientes que genera esta clase de activos pueden jugar un papel igualmente importante en las carteras de los inversores.

¿Qué evolución muestra la infraestructura cotizada en entornos más inflacionarios y volátiles?

Cuando se disparan los precios

Parece mentira lo que pueden cambiar las cosas en un año. Mientras que en la primavera de 2021 las subidas de los precios de consumo se consideraban como un fenómeno transitorio y no preocupante, este año es difícil ignorar la subida del coste de la vida. En abril de 2021, los economistas sondeados por Reuters pronosticaban una inflación algo superior al 2% en Estados Unidos y cercana al 1,5% en la eurozona para 2022. Actualmente, estas previsiones se han elevado al 8% y al 7,5%, respectivamente.

La inflación creciente ha afectado asimismo a los mercados de renta variable, y sobre todo a las apuestas “growth”, tal como ilustra la fuerte caída hasta territorio bajista (es decir, superior al 20% desde un máximo) sufrida por el índice Nasdaq Composite (dominado por acciones tecnológicas) en abril. Con el giro de las expectativas de inflación de «transitoria» a «afianzada», los inversores buscan activos con potencial de soportar mejor que otros el efecto corrosivo de las subidas generalizadas de los precios.

¿Cobertura de inflación?

La inversión en infraestructura ha brindado protección frente a la inflación en episodios previos. Por ejemplo, los datos a largo plazo desde el 31 de diciembre de 2002 hasta el 31 de marzo de 2021 de los índices S&P Dow Jones analizados en un informe del año pasado muestran que los indicadores Dow Jones Brookfield Global Infrastructure y S&P Global Infrastructure batieron al S&P Global Broad Market con una rentabilidad anual media en tasa interanual del 3,1% y del 2,4%, respectivamente, en meses de inflación elevada. En meses con inflación baja, el Dow Jones Brookfield Global Infrastructure superó ligeramente al S&P Global Broad Market, mientras que el S&P Global Infrastructure quedó rezagado.

Las rentabilidades obtenidas en el pasado no son indicación alguna de rentabilidades futuras.

Niveles de volatilidad crecientes

Otra cuestión que preocupa hoy en día a los inversores es la volatilidad. El índice de volatilidad VIX (también conocido como el «índice del miedo») cerró el 7 de marzo en un máximo anual de 36,45 puntos, y aunque ha bajado desde entonces, en la segunda quincena de agosto todavía rondaba los 20 puntos, frente a 17 puntos a fin de diciembre de 2021 y en torno a 16 en la segunda semana de agosto de 2021.

La invasión rusa de Ucrania, además de la inmensa tragedia humana que está provocando, es el principal factor tras el fuerte aumento de la volatilidad en los mercados financieros.

El riesgo de una dependencia excesiva del gas ruso ha pasado a un primer plano, no solo porque se trata de un recurso politizado bajo el control de un régimen impredecible, sino también porque el gas se transporta a través de redes de gasoductos ubicadas en la Europa del Este. La subida de los precios del gas natural a nivel global después de que Rusia recortara el suministro a varios países tras su negativa a pagar en rublos no es más que un ejemplo de cómo las decisiones políticas del Kremlin pueden afectar profundamente a los mercados mundiales.

Históricamente, la infraestructura ha brindado cierto refugio frente a la volatilidad. Datos de la Organización Mundial de Infraestructuras Cotizadas (GLIO, una organización que fomenta la clase de activo entre los inversores mediante análisis, educación, eventos y promociones) muestran que, en las últimas dos décadas, la infraestructura cotizada ha proporcionado mayores rentabilidades con una menor volatilidad que la renta variable o el real estate a nivel global.

Un motivo por el que la infraestructura cotizada suele mostrar menos volatilidad que el conjunto del mercado podría ser la mayor predecibilidad de los beneficios de las empresas en esta clase de activos comparada con la renta variable general e incluso las sociedades de inversión inmobiliaria (REIT), vehículos creados específicamente para invertir en real estate. Esto permite una evaluación más precisa de las valoraciones, incluso en fases de incertidumbre.

Una comparación de la evolución del beneficio bruto de explotación antes de la deducción de impuestos, amortizaciones, depreciaciones e intereses (EBITDA, por sus siglas inglesas) entre la renta variable global y el índice GLIO (un indicador ponderado por free-float que refleja la evolución de las empresas de infraestructura más líquidas del mundo) muestra que los beneficios del sector de infraestructura han sido superiores a los de las compañías globales en las dos décadas previas al COVID-19. Las rentabilidades obtenidas en el pasado no son indicación alguna de rentabilidades futuras.

Lo más probable es que la recuperación tras la pandemia requiera una gran inversión en la clase de activos a nivel mundial. De hecho, gobiernos de todo el mundo ya han anunciado varios planes de invertir en infraestructura para respaldar a la economía mundial tras la pandemia. En Estados Unidos, un programa de 1,2 billones de dólares se propone reparar, modernizar y ampliar la infraestructura deteriorada del país. Por su parte, la Unión Europea se ha volcado en la agenda verde para tratar de fomentar las energías renovables y el transporte limpio.

La transición hacia la neutralidad de carbono

Ahora que las cuestiones medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) se están tornando más relevantes para los inversores y las gestoras, los activos de infraestructura que contribuyen a la transición hacia fuentes de energía renovables están cobrando más importancia. Según estimaciones de Morgan Stanley, alcanzar cero emisiones netas de aquí a 2050 requerirá una inversión de 50 billones de dólares. Incluso asumiendo que solamente parte de estas inversiones acabarán implementándose, existe una oportunidad potencial a largo plazo que los inversores e infraestructura podrían tratar de aprovechar, considerando lo esencial que es la infraestructura para la descarbonización.

El sector de la infraestructura facilita la transición a un mundo neutro en carbono a través del desarrollo de fuentes energéticas más limpias, y de la reducción o captura de emisiones existentes. En nuestra opinión, las empresas de infraestructura que utilizan combustibles renovables o de transición (como el gas natural) y las que ya desarrollan combustibles del futuro (como el hidrógeno) juegan un papel crucial en dicha transición.

Estas políticas podrían esbozar un trasfondo favorable para la clase de activos, pero no son el único motivo de nuestro entusiasmo. También pensamos que, además de la energía renovable, la infraestructura cotizada podría beneficiarse de tendencias estructurales a largo plazo como la conectividad digital y la demografía, temas potentes susceptibles de prolongarse durante muchas décadas. En tal entorno, las oportunidades a largo plazo en infraestructura cotizada nos inspiran un gran optimismo.

El valor de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. Es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente.

Los puntos de vista expresados en este documento no deben considerarse como una recomendación, asesoramiento o previsión. No podemos ofrecerle asesoramiento financiero. Si no está seguro de que su inversión sea apropiada, consúltelo con su asesor financiero.

Por Alex Araujo

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