Inversión de impacto
3 min de lectura 8 feb. 22
Resumen: Hoy en día es posible generar impacto en el medioambiente no solo a través de nuestro comportamiento cotidiano, sino también a través de decisiones de inversión enfocadas en lograr un objetivo determinado.
Por favor consulte el glosario para una explicación de los términos de inversión que aparezcan en este artículo.
Muchos de nosotros somos más conscientes que nunca de nuestras elecciones y de su efecto en el medioambiente y la sociedad. Más y más personas se dan cuenta de cómo los cambios de estilo de vida, como por ejemplo utilizar más el transporte público o realizar donaciones a obras benéficas, pueden contribuir a marcar la diferencia.
Dicho esto, nuestro impacto como individuos es muy limitado; la necesidad de cambiar nuestro estilo de vida es indudable, pero la escala y la urgencia de los problemas a los que se enfrenta el mundo requieren esfuerzos de mayor envergadura. Cabe afirmar que los gobiernos son quienes tienen la principal responsabilidad de abordar estos retos, pero dada la significativa financiación necesaria, los inversores también juegan un papel a la hora de aportar capital de cara a lograr ese cambio.
Es posible amplificar el impacto de nuestras elecciones de estilo de vida tomando decisiones de inversión concentradas en lograr un objetivo de impacto determinado, por ejemplo medioambiental, social, de diversidad e inclusión o cualquier otro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) definidos por Naciones Unidas. Los ODS son una codificación universalmente reconocida de los desafíos más apremiantes a los que se enfrentan el ser humano y el planeta, desde la reducción de la pobreza hasta la lucha contra el cambio climático. Si desea información adicional, visite https://sustainabledevelopment.un.org/.
Si bien respaldamos los ODS, tenga en cuenta que no estamos asociados con la ONU y que nuestros fondos no están respaldados por dicha organización.
La idea tras la inversión de impacto es respaldar los esfuerzos de gobiernos e instituciones multinacionales dirigiendo dinero hacia compañías que aportan soluciones al cambio climático y al medioambiente (como por ejemplo proveedores de energía renovable y empresas de reciclaje) y que ayudan a abordar los grandes retos de la sociedad, como el acceso a mejor sanidad y el fin de la pobreza.
La inversión de impacto tiene el potencial de dar forma a nuestro futuro financiero y al futuro del planeta. Creemos que buscar rentabilidad financiera a largo plazo y proteger el planeta pueden ir de la mano. La inversión de impacto no implica meramente optar por no dar dinero a empresas cuyo comportamiento o actividades no nos gustan: se trata de lograr un cambio a mejor, fomentando soluciones innovadoras a los retos a los que se enfrenta el mundo.
La inversión de impacto tiene un doble objetivo: generar tanto resultados positivos que repercutan en la sociedad como rentabilidad financiera para el inversor. A menudo, tales impactos se miden en relación a los ODS de la ONU.
Por supuesto, la pandemia de la COVID-19 ha representado una seria amenaza para muchos de estos retos de desarrollo, sobre todo la mejora del acceso a atención sanitaria. Esta crisis sanitaria y económica pone de relieve la necesidad de esforzarnos para cumplir los ODS. Y para lograrlo de aquí a 2030, deberemos actuar con apremio.
Invertir con una finalidad específica es otra forma de lograr los ODS. Tras actividades cotidianas como reciclar o pasarnos al coche eléctrico, dirigir nuestro ahorro hacia la financiación de soluciones y el respaldo de compañías concentradas en hacer realidad el cambio a mejor representa un paso lógico.
La crisis climática es uno de los mayores retos a los que se enfrenta el mundo hoy en día, y existe una creciente concienciación de la necesidad de descarbonizar la actividad económica global. El avance significativo en términos de escala y economía de las energías renovables en los últimos años es alentador. Esta área ha suscitado una gran atención entre los inversores de impacto, que han canalizado capital privado hacia la energía eólica, la tecnología fotovoltaica y otras soluciones sin combustibles fósiles o sostenibles.
Por ejemplo, los inversores se han visto atraídos por el potencial de flujos de caja estables a largo plazo de compañías de eólica marina, con la ventaja añadida de saber que su inversión contribuye a abordar el cambio climático y sus impactos. Por supuesto, las rentabilidades obtenidas en el pasado no constituyen necesariamente una indicación de rentabilidades futuras.
Gobiernos de todo el mundo están trabajando para mantener el aumento de la temperatura media mundial sobradamente por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, y limitarlo a 1,5 °C en línea con el Acuerdo de París. La inversión privada en compañías de energía también está contribuyendo al esfuerzo global para reducir las emisiones de dióxido de carbono y acelerar la transición energética (la sustitución de combustibles fósiles por fuentes energéticas más limpias).
Así, invertir en compañías con un impacto directo positivo en la lucha contra los efectos del cambio climático, sobre todo mediante la producción de energías renovables o elevando la eficiencia de dichas fuentes, parece un paso en la dirección correcta.
Mucha gente desea reducir el impacto medioambiental de sus actividades, y cada vez más personas se dan cuenta de que también pueden tener un impacto positivo a través de sus decisiones financieras personales: se trata de cosas complementarias.
La inversión de impacto nos permite intentar lograr objetivos sociales y medioambientales, pero también ganancias financieras de cara al futuro. De este modo, propósito y beneficio no tienen por qué estar enfrentados. La inversión de impacto dirige capital hacia empresas que buscan activamente soluciones para los mayores retos del mundo, y que al mismo tiempo tratan de aportar al inversor una rentabilidad financiera atractiva en el largo plazo.
Los puntos de vista expresados en este documento no deben considerarse como una recomendación, asesoramiento o previsión.
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