Inversión sostenible
3 min de lectura 9 sept. 24
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La inversión de cara a los objetivos del Acuerdo de París se centra en compañías que contribuyen de manera tangible y real al objetivo principal de este: limitar la subida de las temperaturas a un máximo de 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales. Estas compañías lo hacen eminentemente de dos maneras: tomando medidas para descarbonizar sus propias actividades, o proporcionando soluciones climáticas que permiten a sus clientes ahorrar o evitar emisiones.
Identificar a tales empresas requiere un análisis en profundidad, llevado a cabo por el equipo de analistas vinculados a esta estrategia. Para empezar, examinan los objetivos de emisiones divulgados y comparan las emisiones potenciales futuras con la ruta estipulada en el Acuerdo de París. El equipo considera asimismo la intencionalidad de las empresas a la hora de lograr los objetivos del Acuerdo, por ejemplo en forma de una estrategia de descarbonización con hitos claramente definidos, o de vinculación de la remuneración de directivos a objetivos climáticos.
El equipo también anima a estas empresas involucradas a fijarse objetivos de base científica: metas de reducción de emisiones al ritmo que se considera necesario para limitar los peores efectos del cambio climático en base a la ciencia más avanzada.
Un elemento crucial del alineamiento de nuestra estrategia con el Acuerdo de París es la interacción con las empresas, no solo a nivel de fijación de objetivos, sino también en áreas como el desarrollo de una estrategia de reducción de emisiones, el alineamiento de la remuneración y el gasto de capital con objetivos climáticos, y la monitorización constante del avance en estos ámbitos.
Ciertos enfoques de nuestra estrategia del alineamiento con el Acuerdo de París se concentran en compañías que el gestor desearía mantener en cartera durante muchos años y a través de distintos ciclos económicos. Esto lleva al equipo a buscar empresas que consideran de calidad, que deben exhibir varias características únicas.
Ante todo, deben gozar de ventajas competitivas a largo plazo con un «foso económico» identificable, capaz de proteger a su negocio frente a sus rivales y minimizar la erosión de su rentabilidad. Algunos ejemplos son una posición de mercado dominante, barreras operativas elevadas o propiedad intelectual innovadora. Con un modelo de negocio sostenible, deberían ser capaces de crear valor de manera consistente a largo plazo, y de reinvertir beneficios a niveles elevados de rentabilidad del capital invertido.
Dentro de la organización debería existir una cultura arraigada de creación de valor, con un equipo directivo experimentado y alineado con el conjunto del grupo y con los accionistas. La compañía debería aplicar un buen gobierno corporativo, dando prioridad al largoplacismo, a la independencia y a una buena asignación del capital.
El equipo lleva a cabo una labor exhaustiva de valoración de empresas (tanto en cartera como candidatas) dirigida a medir su valor intrínseco empleando modelos propios de flujos de caja descontados basados en escenarios. Estos modelos tienden a cubrir escenarios bajistas, básicos y alcistas, con objeto de establecer qué hipótesis están reflejadas en la cotización actual de la acción, y de determinar el potencial recorrido al alza o riesgo a la baja.
En base a esta información, el equipo es capaz de identificar cuándo la cotización de una empresa es anómala respecto a dicha evaluación del valor intrínseco. A menudo, esto se debe a una disrupción a corto plazo que debería corregirse con el tiempo. Cuando existe un margen de seguridad suficiente, el riesgo de perder dinero puede reducirse en gran medida y el equipo podría decidir invertir en la acción.
La estrategia alineada con el Acuerdo de París invierte en un conjunto diversificado de compañías de distintas regiones y sectores de actividad, con distintos modelos de negocio y mercados finales.
Las dividimos en dos categorías diferenciadas:
El equipo también dedica un volumen de recursos considerable al análisis de riesgos de negocio, otro componente crucial del marco de gestión de riesgos. Estos riesgos son todos aquellos que afectan a la posición operativa, financiera o competitiva de una empresa; así, pueden incluir riesgos tanto operativos como financieros, así como la fortaleza competitiva de la compañía, su grado de ciclicidad y su madurez relativa, por ejemplo.
Con una cartera concentrada en pocas acciones y una rotación de cartera baja, la estrategia puede dedicar cantidades significativas de tiempo y recursos al análisis continuado de los riesgos de cada empresa. Esto se diferencia de los marcos de gestión de riesgos de otras estrategias mucho menos concentradas, cuyos gestores podrían estar más preocupados por la optimización de las cifras de ponderación sectorial y geográfica.
El valor de las inversiones fluctuará, lo cual provocará que el valor de las participaciones se reduzca o se incremente. Es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente. Las rentabilidades pasadas no son un indicativo de las rentabilidades futuras.
Los puntos de vista expresados en este documento no deben considerarse como una recomendación, asesoramiento o previsión. No podemos ofrecerle asesoramiento financiero. Si no está seguro de que su inversión sea apropiada, consúltelo con su asesor financiero.
El valor y los ingresos de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. Es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente.