5 min de lectura 10 may. 23
En 2022, asistimos a la irrupción de una crisis energética, con la guerra de Ucrania y un auge de la demanda de energía post-confinamiento disparando los precios de los combustibles y el consumo de combustibles fósiles. Dado que la energía representa una parte importante de las emisiones mundiales de carbono, estamos sopesando el impacto de la crisis energética en cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París sobre el cambio climático.
El valor de los activos del fondo podría tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. Los puntos de vista expresados en este documento no deben considerarse como una recomendación, asesoramiento o previsión.
En 2022, muchos gobiernos dieron marcha atrás en materia de combustibles fósiles, ya que la guerra de Rusia contra Ucrania disparó los precios de la energía y obligó a los países a buscar cualquier fuente alternativa de energía que pudieran encontrar. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, las emisiones mundiales de combustibles fósiles alcanzaron un nivel récord ese año, en un momento en que necesitamos «una reducción inmediata y profunda de las emisiones» para combatir el cambio climático. Desde la invasión rusa de Ucrania, muchos países han sido reacios a (o no han podido) contar con el gas ruso y, en su lugar, han buscado fuentes alternativas para cubrir sus necesidades energéticas.
Por ello, algunos gobiernos recurrieron a otros combustibles fósiles para mantener el suministro de electricidad, volviéndose a poner en marcha centrales térmicas de carbón o aplazándose su cierre en Reino Unido, Estados Unidos, Europa y otros países del mundo (véase el Gráfico 1). Si bien ello está suponiendo un fuerte revés para los esfuerzos mundiales de reducción de emisiones, las consecuencias sociales de no recurrir a esta solución también habrían sido desastrosas. Si la energía se vuelve demasiado cara o escasa, las familias no podrán calentar sus hogares, las empresas cerrarán y la gente perderá su trabajo.
No obstante, el año pasado también deparó noticias climáticas positivas. De hecho, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) predice que la crisis energética mundial derivada del conflicto ruso-ucraniano acelerará la transición hacia un sistema energético más sostenible y seguro.
La inversión en transición energética alcanzó un récord el año pasado, según BloombergNEF, con 1,1 billones de dólares invertidos en energía limpia, almacenamiento de energía, transporte electrificado y tecnología de captura de carbono. Por primera vez, esta cifra se situó a la par de la inversión en combustibles fósiles durante el año. Esto es alentador, aunque aún queda mucho por hacer. BloombergNEF calcula que la inversión anual debe triplicarse de inmediato para que el mundo logre el objetivo de emisiones netas cero en 2050.
La eficiencia energética fue otro tema clave del año. La inversión en soluciones de eficiencia energética aumentó un 16%, superando los 560.000 millones de dólares en 2022, según estimaciones de la AIE. Al mismo tiempo, el consumo de energía fue inferior a la media de 2015-2021 durante gran parte del año en Europa (véase el Gráfico 2). Esperamos que la acción por el clima, junto con los elevados precios de la energía, siga impulsando la demanda de productos de eficiencia energética en los próximos años.
A pesar de los contratiempos, 2022 fue un año trascendental para la agenda mundial de sostenibilidad, en nuestra opinión, con la publicación de nuevas normativas tanto en Estados Unidos como en Europa. Estas normas pretenden aportar claridad y estabilidad a la acción por el clima durante la próxima década, al tiempo que contribuyen a acelerar los esfuerzos por reducir las emisiones.
En Estados Unidos, el Presidente Joe Biden anunció la Ley de Reducción de la Inflación como “la legislación climática más importante de la historia”, al destinar casi 400.000 millones de dólares a financiar proyectos de energía limpia y descarbonización. La financiación llegará en forma de incentivos fiscales, subvenciones y garantías de préstamos, y pretende ayudar a que tecnologías emergentes como el combustible de hidrógeno y la captura y almacenamiento de carbono sean inmediatamente competitivos en costes.
El programa europeo REPowerEU adelantó los objetivos de descarbonización de la región, financiando inversiones masivas para el despliegue a gran escala de las energías renovables, reducir las emisiones industriales y fomentar el ahorro energético. También en Europa, se introdujeron cambios en el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la Unión Europea (RCDE UE), que en la práctica pone precio a las emisiones de carbono de las empresas. Por ejemplo, se estableció un objetivo más ambicioso de reducción total de las emisiones y una eliminación más rápida de los derechos de emisión. También se ampliará el ámbito de aplicación del RCDE UE a sectores adicionales, incluido el transporte marítimo, y se introducirá un nuevo sistema para cubrir edificios, transporte por carretera y combustible.
El valor y los ingresos de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. No puede garantizarse que el fondo alcance su objetivo, y es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente.