¿Es un buen momento para los bonos?

4 min de lectura 19 oct. 22

Exclusivamente para inversores profesionales.

Desde las caídas en los mercados, los productos de renta fija se han convertido en una alternativa adecuada a la renta variable. Y se espera que los factores subyacentes que han traído esa desinflación en las últimas décadas continúen ahí, aunque no con tanta fuerza como antes. 

Jim Leaviss, CIO de renta fija en M&G Investments.

El valor de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. Es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente. Cuando se mencionen rentabilidades, tenga en cuenta que las rentabilidades pasadas no son un indicativo de las rentabilidades futuras. Los puntos de vista expresados en este documento no deben considerarse como una recomendación, asesoramiento o previsión.

Mediante políticas monetarias “blandas” de tipos a la baja o dovish, en las que con las rebajas de los tipos oficiales y la flexibilización cuantitativa, los bancos centrales habían acabado comprimiendo las rentabilidades (TIR) de los bonos, hasta el punto de que todo el mundo pensaba que ya no había alternativa a las acciones. Este fue el periodo TINA (siglas de «There Is No Alternative»): una lógica utilizada para justificar algunos enfoques excesivos. 

Tipos negativos: el fin de una era

Pero ahora todo esto ha cambiado. Esos mismos bancos centrales, empezando por la Fed, están ahora endureciendo sus políticas monetarias cada vez más para intentar controlar la inflación. Desde que el Banco Nacional Suizo elevó sus tipos el 22 de septiembre, solo el Banco de Japón continúa viviendo en la era de los tipos nominales negativos. 

Todos los mercados de renta fija ―desde el crédito y los bonos de países en desarrollo hasta los bonos high yield y la deuda de mercados emergentes― han perdido entre un 15% y un 20% en 2022. Los gilts británicos se han llevado la peor parte. 

Pero también hay buenas noticias: bajo nuestro punto de vista, esta clase de activos ofrece ahora muchas oportunidades.

Los TIPS (valores del Tesoro estadounidense protegidos contra la inflación al estar indexados al índice de precios al consumo) ofrecen ahora tipos reales positivos. Esto se traduce en una rentabilidad (TIR) de un 1%, incluso un 1,5%, por encima de la inflación a 10 o 30 años. 

Deuda corporativa

Si no se espera ver una caída en la recesión, algo en lo que nosotros creemos, la deuda corporativa también debería ocupar el lugar que le corresponde en su cartera. Los bonos corporativos estadounidenses de buena calidad ofrecen rentabilidades superiores al 5% a cinco años, comparado con el 1% de hace solo dos años, es decir, cinco veces más. 

Y los diferenciales de los bonos high yield rozan los 550 puntos básicos (pb) por encima de las rentabilidades (TIR) de los bonos de gobierno en EE. UU., e incluso a los 600 pb en Europa debido a la prima por la guerra en Ucrania. Estos niveles prevén un “aterrizaje forzoso” de la economía, pero en nuestra opinión, este escenario no está totalmente asegurado.  Podemos ver la misma tendencia en algunos mercados emergentes que ofrecen rentabilidades (TIR) muy elevadas pese a los limitados riesgos de impago.

Aun así, ¿no deberíamos preocuparnos de un escenario a largo plazo con subidas incontrolables de los precios en donde los tipos no se tienen en cuenta?

Globalización y tecnología

Para predecir cómo evolucionará la inflación a largo plazo, deben tenerse en cuenta los motores subyacentes de la desinflación que hemos visto durante décadas y preguntarnos si han desaparecido. 

El principal motor de estos factores estructurales es la globalización. Desde que China entró en la Organización Mundial del Comercio en 2001, hemos podido comprar bienes de consumo cada vez más baratos.

¿Ha llegado esta dinámica a su fin? No, aunque puede sospecharse que va a ceder al observar varios acontecimientos: una guerra comercial entre Pekín y Washington, el brexit y el regreso de las barreras aduaneras en Europa. 

Creemos que la tecnología y la innovación también seguirán actuando como fuerzas restauradoras. No solo ha habido una caída en los precios de los electrodomésticos, los ordenadores, las cámaras y similares, sino también el efecto de Amazon. Esta plataforma mundial de comercio electrónico ayuda a que tanto los consumidores como las compañías vean ahora el valor justo de los productos de forma mucho más fácil. Esto seguirá afectando a la inflación, al igual que la economía colaborativa, con una menor seguridad laboral y una mayor competencia en el mercado de trabajo.

Si se teme una vuelta a la estanflación como en la de la década de 1970, conviene recordar que el equilibrio de poder entre los trabajadores y el capital sigue estando a favor de este último. La sindicalización se ha estabilizado en un nivel bajo y los sistemas de indexación salarial prácticamente han desaparecido.

Alteración de las cadenas de suministro

Por supuesto, la alteración de las cadenas de suministro y los cuellos de botella mantendrán viva la inflación a corto plazo. Pero creo, que la inflación seguirá siendo una tendencia pasajera. Como ejemplo, la oferta de mano de obra en la aviación es la misma que antes de la pandemia y, sin embargo, el tráfico aéreo sigue estando un 15% por debajo que entonces.  

Los factores de la globalización y la tecnología han sido tan decisivos que los bancos centrales se han equivocado claramente al atribuirse el mérito de la desinflación. Hay que poner en perspectiva la capacidad de los bancos centrales para bajar los precios hasta sus objetivos solo con una política restrictiva. 

En nuestra opinión, una subida de los tipos del BCE surtirá menos efecto en los precios del gas ruso en Alemania que la diversificación del suministro y la transición energética.

Consulte el glosario para obtener una explicación de los términos utilizados en este artículo.

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